¿Qué es educar?

Ésta es una pregunta que todos deberíamos formularnos: ¿qué es educar? ¿cómo está educando nuestra sociedad?

Para Savater F. en “El valor de educar”, la educación es un proceso social, del que todos colaboramos, y para el que estamos genéticamente programados: tanto educar como ser educados. Así, es la misma condición humana la que nos indica que nos somos seres únicos y que nuestro desarrollo no sería posible sin una sociedad que contribuyera a nuestra educación.

Considero la educación como un pilar elemental al nivel de la comida o el agua, por ejemplo, ya que es básica e inevitable. Desde pequeños tenemos gente a nuestro alrededor que, quizás sin darse cuenta a asimilarlo, nos está educando en algo que será vital para nuestra vida, ya sea caminar, hablar, cocinar... Los niños aprenden mediante la imitación, mediante la prueba-error, preguntando todo lo que se le pasa por la cabeza; así sienten curiosidad por todo lo que les rodea y a son esponjas que todo lo absorber.En la actualidad en una pena que tengamos que separar la educación en diferentes ámbitos, ya que con el paso del tiempo la sociedad ha ido constituyendo una serie de conocimientos que considera necesarios para el desarrollo en la misma. Así tenemos la educación no formal, aquello que aprendemos día a día, y que obtenemos de nuestros familiares, amigos, libros, televisión. Pero por otra parte tenemos la educación formal, la que se desarrolla en las escuelas y que absolutamente todos estamos obligado a tener. ¿Pero realmente esta educación es vitalmente necesaria para todos los individuos?

El sistema ha generalizado la educación, ha convertido al maestro es un “loro repetidor” de conceptos que los niños han de memorizar. Realmente no sé si encuentro sentido a este sistema, no sé qué valor puede tener obligar a un niño a estudiar física, a saber logaritmos, a realizar una redacción. Aquí veo el problema, en la palabra “obligar”, en que se exiga al niño de cierta edad que tenga uno conocimientos. Quizás si al niño se le obligara si no que se le guiara, su proceso de enseñanza sería mucho más interactivo  intuitivo, y probablemente mucho más eficaz, ya que sería el niño el que eligiera qué aprender, qué será lo útil en la vida que quiere decidir llevar. Esto me recuerda por ejemplo a las grandes mentes formadas en Atenas, donde el poder de la reflexión se ha de tener conocimiento de otras materias, por lo tanto se había de escuchar todo lo que había alrededor, para captar la información que futuramente les sirviera para dialogar.

Me gustaría destacar del libro de Savater una frase que él mismo destaca de James Balmes : “el arte de enseñar consiste en crearfábricas y no almacenes”. Por esto insisto en la capacidad del niño como propia fuente de reflexión y de formación, como capaz de desarrollar los conocimientos sin que sea obligado, si no por la curiosidad intrínseca al ser humano.

Así pues, tengo la idea de que el maestro debería se un mero guía, una persona capaz de detectar las necesidades del niño, ayudarte en todo lo que él desee y promocionar su curiosidad sobre el mundo que le rodea. Opino que así el niño descubrirá poco a poco qué campo es el que le gusta, a qué le gustaría dedicarse de mayor, qué opinión tiene sobre la sociedad que le rodea.

Finalmente me gustaría destacar del prólogo “El valor de educar” de Savater. En él insiste en la increíble importancia de la educación primaria del niño, y el desprestigio que se tiene en la sociedad actual de España a la profesión de profesor. Esto me parece una gran equivocación por parte de la sociedad. Así estoy de acuerdo con Savater cuando dice que las primeras enseñanzas las dará el maestro y esto es la base que les formará para su futuro. A destacar también, en consonancia con ésto, el modelo de educación finlandés. Allí los profesores son muy considerados pro la población, muy formados en su tarea, y junto con el sistema que les rodea y las familias, consiguen un mayor éxito escolar.

En conclusión pienso que educar debería ser una labor de la sociedad al completo, debería ser intuitiva y a la que el niño llegue por curiosidad propia.

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